martes, 5 de mayo de 2015

EROTISMO y PORNOGRAFÍA







Lo erótico es el culto a Eros; no necesita de su puesta en escena, no necesita para nada de la espectacularización; más aún, se podría establecer que, desde el momento que en que se transforma en espectáculo, surge la pornografía.

Por otra parte, la pornografía es la comercialización del erotismo. No hay espectáculo que no sea una mercancía, y de las dos maneras, como espectáculo y como mercancía, lo erótico se transforma en pornografía. Hoy día, la pornografía es un negocio mundial, que maneja millones y millones de euros, de dólares, de billetes de todas clases, porque la pornografía es universal, y que la pornografía sea universal demuestra la pobreza universal del erotismo: el eros ha sido sustituido por el porno.


El erotismo pudo ser pornográfico a la hora de la trasgresión: entre los franceses del siglo XVIII, por ejemplo. Se trataba de combatir una moral tradicional e impuesta. Pero este erotismo, que también era pornografía, pierde toda su razón de ser cuando la tradición es inexistente. Hoy día, nadie se escandaliza ante la pornografía gráfica, fílmica o como sea. ¿De qué se puede escandalizar el hombre de nuestros días? Sólo los pacatos pueden aún ser educados por medio de la pornografía. Los demás, no. Pero los demás, es decir, los millones de consumidores de lo porno, ya no están capacitados para estimar lo erótico; tal es su miseria, que les basta con las erecciones que les proporcionan las revistas y las películas, para seguir cultivando un fantasma que ya nada tiene que ver con lo erótico, y quizá tampoco con la sexualidad.


El erotismo es una sublimación de la sexualidad, mientras que la pornografía, incapaz de sublimar nada, se limita a mostrar. Y la diferencia entre sublimar y mostrar es idéntica a la que hay entre aludir y mostrar. Por eso resultan risibles los esfuerzos de ciertos novelistas; a la hora de hablar del sexo y de la sexualidad: incapaces de aludir, se limitan a mostrar, con lo que desaparece el erotismo, apareciendo en su lugar el espectáculo con su obligado correlato: la comercialización.


Erotismo y pornografía son, pues, dos conceptos diferentes, y a veces opuestos. El no quererlo reconocer es prueba de pereza mental, y de la pobreza conceptual de la intelectualidad actual.



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